
En la educación de los chicos tiene singular importancia su sentido artístico: es obligado que creen obras de arte y las mejores de éstas son retiradas con un incierto destino. El trato al que les someten los profesores no es malo, aunque extremadamente frío. Los alumnos, que prácticamente solo se tienen unos a otros, pues carecen de familia, establecen lazos muy estrechos entre ellos.
Posteriormente, ya de adolescentes, serán destinados a Las Cottages, una granja semiabandonada, donde van a aprender a cuidarse a sí mismos durante algunos años y se prepararán para su función en la sociedad.
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Un destino horrible
La sutilidad e inocencia que destilan el relato de Kathy contrastan fuertemente con los retazos de horror que va dejando caer acerca del inevitable destino al que ella y sus compañeros están abocados. Kathy es una niña que intenta tener una infancia lo más feliz posible, una adolescente que no para de hacerse preguntas acerca de sí misma y una mujer resignada que acepta dócilmente su puesto en la sociedad.
Hasta la página cien el lector no va a conocer en qué consiste dicho destino, pero una vez revelado Ishiguro tiene el acierto de no dar detalles más allá de la narración de su protagonista. No sabemos demasiado acerca del tipo de comunidad antihumanista y depravada en la que vive, en la que la ciencia ha dejado de lado la palabra ética, ni siquiera de qué manera se ha llegado a ella. En cualquier caso, las preguntas que se ha ido haciendo Kathy en sus días de aprendizaje van a ir siendo respondidas una tras otra.
El silencio de los inocentes
Lo más notable de la narración de esta mujer es la mansedumbre que destila. No hay en ningún momento deseos de rebelión, aunque sí brotes de esperanza de poder aplazar lo inevitable. Parece como si ella y los de su grupo contaran con un gen de resignación y sumisión a lo que de ellos se espera.
En esto consiste lo más terrible del libro: aunque sus protagonistas son seres humanos con sentimientos, parecen privados del sentido de autoconservación propio de todo individuo. Aunque podrían intentar huir de lo que les espera, no lo hacen y acaban cumpliendo el cometido para el que nacieron aunque, eso sí, con una tristeza infinita.
Libro altamente recomendable para los aficionados a la ciencia ficción o a la buena literatura en general. Ishiguro ha sabido transmitir el horror en lo cotidiano a través de una administración de crueldad en pequeñas dosis sabiamente distribuidas por todo el relato.
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